VIAJE A LA LOCURA

martes, 25 de enero de 2022

Ma, me, mi, mo, mu

 

Ma, me, mi, mo, mu            

Mi mamá me mima, yo amo a mi mamá”.

No me acuerdo de la cartilla tercera.

“Pa, pe, pi, po, pu, papá, pipa, pie”.

La clase nueva es muy grande, cabemos los de primero y segundo sin problemas. Hay dos pizarras, una por curso, el maestro, don Augusto, tiene su mesa en el centro. La mía tiene un agujero manchado de negro, dicen los mayores que es para la tinta, pero don Augusto nos ha prometido que este año vamos a escribir con “bolígrafo”.

“Raspa, rosca, restar, perros”

Don Augusto ha escrito en la pizarra, él la llama encerado, con tizas de colores: “Hoy es 15 de septiembre” y nos ha mandado copiarlo en nuestro cuaderno. A mí no se me da muy bien escribir. Tengo miedo de que el maestro me diga que está mal y me dé una colleja. Dicen por ahí que da coscorrones con su anillo y que a más de uno le ha hecho hasta sangre. Que, cuando se enfada mucho, coge la regla de madera y la usa para no hacerse daño en la mano. Tengo miedo del maestro, aunque mi padre me diga que ya soy mayor. En párvulos me castigó una vez doña Pura por no saberme la lectura. Yo pensaba que íbamos allí para que ella nos enseñara, pero parece ser que había que venir aprendido de casa. Desde ese día mi madre me hace leer por las noches. Me gusta mucho leer con ella.

“Sandalia, senda, son, asan, sartén”.

A Jesusín y a mí, no nos han dejado sentarnos juntos. «Alfabéticamente por el apellido», ha dicho el maestro, «hoy por ser el primer día», pero a partir de mañana hay que aprenderse el catecismo y el que no se lo sepa tendrá que colocarse en la última mesa. Yo quiero estar en la primera, aunque no me siente con Jesusín, pero no sé si podré ganar a los listos.

Don Augusto sale a menudo de clase y deja uno de los mayores apuntando a los que hablan. Pero solo anotan en la pizarra a los que no son sus amigos.

“En un lugar del huerto hay un guindo y un nogal”.

Me duelen los labios de tanto apretarlos para no hablar. Don Augusto explica muy bien la lección, pero le tengo miedo, aunque menos que a su mujer, doña Pura. El maestro dice que ya somos mayores, que nos tenemos que comportar, que, si queremos ser alguien el día de mañana, debemos de estudiar. Pero yo, el día de mañana, solo quiero saberme bien el catecismo para ganar a los listos y sentarme en la primera fila.